sábado, 16 de diciembre de 2017

Decisión

“En contados pasos Christine estuvo de pie frente a la puerta de madera oscura que había al final del pasillo. Esta se abrió de repente, Grace la esperaba al otro lado con una sonrisa en el rostro. Le hizo un gesto indicandole que entrara, Christine entró al departamento y esperó a que su anfitriona cerrara la puerta. En cuanto lo hizo, ambas tomaron asiento en uno de los blandos sofás marrones que había en la sala principal.

—¿Qué tal el tráfico? —Christine reía mientras Grace fruncía el ceño—.
—Ni me lo recuerdes.
—¡Al menos ya está en casa!
—Eso es verdad. —Grace se recostó contra el espaldar del sofá y sacó un papel del bolsillo de su chaqueta—. Quería hablar contigo respecto a un tema que te interesa bastante.
—No se imagina cuánto.
—Hay malas noticias.
—¿Malas noticias? —Christine dio un gran suspiro, bajó la mirada mientras la ansiedad la invadía—.
—Pude hablar con el director de la Secundaria Harmont. Con algunos documentos, sería posible que ingresaras sin problema. 
—Que alivio. ¿Cuál es la mala noticia entonces?
—Ninguna. —Grace comenzó a reír—. Tu cara lo vale todo.
—¡Que simpática!
—Estámos a mano. —Grace le entregó el papel a Christine—. Ahora, los documentos tienen que entregarse antes de que esta semana acabe. Y esta semana acaba el viernes. ¡Tienes que apresurarte!
—No será un problema, descuide. —Christine guardó el papel en el bolsillo de su abrigo y se acercó a Grace para abrazarla fuertemente—. ¡De verdad no tengo cómo agradecerle!
—Con que no me defraudes bastaría. —Grace besó la cabeza de su pequeña invitada—. Puse mi puesto en juego por ti.
—¿Lo dice en serio?
—¿Por una admisión? —Grace rió—. Nunca.
—¡Menos mal! No hay presión entonces.
—¡Sí que la hay! Tienes 4 días, deberías hablar con Dimitri hoy mismo y decirle lo que necesitas.
—¿Y qué necesito?
—En el papel encontraras la lista, descuida. Consigue todo y búscame, iremos ambas a las oficinas para completar el proceso.
—Suena bien. —Christine se puso de pie y corrió hasta la puerta—. Llamaré a Dimitri. ¡Gracias!
—¡Buena suerte!

Christine salió del departamento a toda carrera, no había tiempo que perder. Atravesó el pasillo y entró a su departamento, cerró la puerta de golpe mientras buscaba en su celular el número de Dimitri. Al encontrarlo, se preguntó si contestaría una llamada también. No tenía nada que perder al fin y al cabo. Tono de marcado, tono de marcado, el sonido constante retumbando en su oído mientras daba vueltas en su sitio, cruzando los dedos.

—¡Hola Pequeña! —La voz de Dimitri estaba acompañada por el murmullo de muchas personas—.
—¡Dimitri! —Christine hablaba con alegría al escuchar aquella voz conocida de nuevo, aquella voz que la hacía sentir segura—. ¡Qué bueno que contestaste!
—Si estoy dentro del país puedo contestar, no hay problema. —Dimitri le dijo algo a las personas con las que se encontraba y el ruido disminuyó un poco, como si él se hubiera alejado de la multitud por un momento—. ¿Cómo estás? ¿Todo en orden?
—Todo en orden. De hecho, hay buenas noticias.
—¡Perfecto! ¡Cuéntame!
—Podré entrar a la Secundaria Harmont, con algunos documentos y la ayuda de Grace.
—¿Qué documentos?
—Es una larga lista —agregó Christine mientras sacaba el papel del bolsillo de su abrigo y lo revisaba rápidamente—, deberías venir a verla.
—Iré mañana temprano, lo prometo. ¿Hay algún límite de tiempo?
—Hasta el viernes.
—No necesitamos más. —El murmullo aumentó nuevamente, la voz de Dimitri se opacó por escasos segundos—. ¡Nos veremos entonces pequeña! Descansa bien.
—Adiós Dimitri, descansa tú también.

Christine colgó la llamada y lanzó una mirada hacia los implementos de aseo que había abandonado hace un rato. Solo falta su habitación, podría ir a descansar después. Tendría que levantar los objetos que había en el suelo primero. Zapatos, ropa, bolsas, dejar las cosas sobre la cama para poder así dejar todo impecable. Corrió hasta su habitación, comenzó a levantar una por una cada cosa que veía. Al final, el suelo estaba despejado, solo faltaban las maletas de Dimitri bajo la cama. ¿Debería moverlas? No quería que el agua mezclada con jabón y blanqueador las dañara de alguna forma, por lo que decidió sacarlas de allí y ponerlas sobre la cama también. Pesaban bastante, pero una a una logró sacarlas, levantarlas, ponerlas a salvo. Iba a salir de la habitación, iba a comenzar a limpiar, pero sus ojos se clavaron en la cremallera de una de las maletas, que estando un poco abierta despertaba su curiosidad, sus ganas de revisar el contenido. Las aventuras de Dimitri en otro país y lo que sea que trajera en esas maletas no eran su problema, lo sabía bien. La misma voz en su cabeza, la misma pregunta de siempre. ¿Qué podía perder? De pie en el punto en el que el camino se divide en dos, Christine tomó su decisión al terminar de abrir la cremallera.”.

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