martes, 12 de diciembre de 2017

Fénix

“Christine despertó y se levantó de la cama inmediatamente. Su único objetivo en ese momento era hablar con Grace. Lunes, recordaba sus palabras al entregarle aquella agenda de la Secundaria Harmont. Las imágenes en su cabeza de los pasillos llenos de casilleros, de los escritorios llenos de tinta colorida, de las cientas de risas caminando por aquí y por allá; todas ellas seguían rondando en su cabeza después de haber rondado en sus sueños minutos atrás. Recordaba el murmullo de las voces, el sonido de la campana aún retumbaba en sus oídos. Quería y sabía que necesitaba volver a la escuela, Grace era la llave y eso lo tenía claro. Se puso los primeros zapatos que encontró bajo la cama, solo caminaría hasta el otro lado del pasillo después de todo. Consultó la hora en su celular, faltaban 15 minutos para las seis de la tarde. ¿Estaría Grace en casa? No tenía nada que perder. Salió de la habitación rumbo a la entrada del departamento, giró la perilla y abrió la puerta. Christine corrió hasta el otro lado del pasillo y estando allí comenzó a tocar la puerta. Espero un minuto, dos, volvió a golpear y esperó nuevamente. No había respuesta. Christine pegó su oído a la puerta tratando de percibir algún sonido, cualquiera que fuera. Sin éxito, Christine dio media vuelta y entró nuevamente a su departamento, cerrando la puerta tras de sí. Aún estaba cansada, aunque había dormido más de medio día. Caminó hasta el cesto de frutas y tomó una pera, le dio una mordida mientras avanzaba en dirección a su habitación. Al llegar, tomó el celular y revisó los mensajes que habían allí.

“Estoy en casa. ¡Descansa bien!”.

“¿Has pensado en volver a la escuela?”.

Aquellos mensajes habían llegado en la mañana, no había nada después de eso. Christine se alegraba de poder decir que ella misma estaba haciéndose cargo de ese tema. Terminó de comer la pera y comenzó a escribir.

“Tu vecina trabaja en una escuela. ¿Sabías eso? Hablé con ella hace unos días y me dijo que fuera hoy a su departamento.”.

“¡Podrían ser buenas noticias!”

Christine sonrió al enviar el último mensaje, estaba segura de que lo eran. Dejó el celular sobre la cama y buscó entre el desorden que tenía en su habitación la agenda que Grace la había entregado días atrás. Estaba en un rincón, la levantó del suelo y repasó con sus dedos los trazos del fénix gris que había en la portada. Abriría sus alas, surgiría del fuego y las cenizas. Su celular comenzó a sonar, se acercó a la cama y tomó el celular nuevamente.

“¿En serio? ¡Que bueno!”

“¿A qué hora te verás con ella?

Era una buena pregunta. No recordaba si habían pactado una hora, y se lamentaba por ello. Respondió rápidamente, deslizando sus dedos por la pantalla de cristal.

“No estoy segura, fui a su casa hace algunos minutos y no estaba.“.

“¿No te dijo a qué horas se verían Christine?”.

“¡No lo recuerdo! :(“.

“Qué mala memoria, deberías anotar las cosas.”.

Christine dio un suspiro y pensó en dejar el celular bajo la almohada, Dimitri no la estaba ayudando, pero el celular no dejaba de sonar.

“Creo que tengo la tarjeta de Grace en alguna parte. Te enviaré su número si lo encuentro.”.

Aquellas palabras cambiaron su estado de ánimo rápidamente, volvió a sonreír y esperó ansiosa. Un minuto, dos, tres minutos recostada sobre su cama, con la mirada fija en la pantalla que no se movía, que no cambiaba. Lo único que cambiaba eran los números en el reloj. Al final, llego el mensaje esperado.

“872-441-3324. ¡Llámala!”.

“¡Te lo agradezco tanto Dimitri!”.

Christine marcó el número de inmediato, deseando que Grace pudiera responder para así poner fin a la espera. Volvería a la escuela, volvería a la normalidad, volvería a tomar las riendas de su vida que en pocas semanas había cambiado tanto. Era su momento, para volver a resurgir de las cenizas.”.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario