sábado, 16 de diciembre de 2017

Resumen

Un resumen de las semanas pasadas es algo que he tratado de hacer hace ya bastantes días. Es más complicado que la fantasía, aparentemente, hablar de la realidad sin levantarse impaciente de la silla con la mirada clavada en el reloj. Es más complicado, ciertamente, tratar de ser justo y mantener el equilibrio cuando las voces no se deciden, cuando las ideas chocan entre ellas y hacen tanto ruido, un ruido insoportable. Fuera de la burbuja, de la cabeza, había silencio como en otros días, como en días previos. Al fin y al cabo, era el mismo túnel, el mismo agujero al que se había entrado dando grandes pasos. No se tenía en cuenta la fragilidad del suelo, el hielo fino que era necesario tantear antes de pisar firmemente. De caer, no habría forma de levantarse, eso lo tenía claro. Se perdería en las heladas aguas que solo veía en sus pesadillas, se ahogaría en ellas. Las opiniones habían dejado de importar, desaparecieron tan rápido que en un momento se escuchaban sus palabras y luego, luego ya no estaban, habían abandonado el lugar, se habían escurrido por las grietas del túnel. Así, en completa oscuridad, llegaban las ideas mientras las mismas canciones sonaban una y otra vez, mientras las mismas notas se repetían por minutos, por horas, por días enteros. La búsqueda de la felicidad a cualquier costo, a cualquier precio, el deseo de aprovechar las horas quedándose despierto, avanzando, forzando el cuerpo solo porque este todavía resiste un poco más, una jugada más. Con las manos sobre el papel, frente a la pantalla, de alguna forma tenía que dejarse una huella, un registro, un grito de ayuda. No imborrable, temporal, un desahogo momentáneo. Un alivio, para cuando los pensamientos se acumulan hasta llenar el vaso, hasta que está a escasos segundos de derramarse. Resistió lo suficiente, no perdió la cabeza. Mantuvo el equilibrio en aquella cuerda floja y creyó llegar al otro lado del abismo, al final de otra semana. Una nueva semana en la que el sol parecía brillar con más fuerza, en la que el cielo parecía más claro después de largos y grises días de lluvia. Con tantos aguaceros en la memoria, era razonable ser escéptico y precavido, caminar mirando para todas partes, hacia las nubes. Sin embargo, las situaciones adecuadas pueden ayudar a recobrar la confianza, a sanar las heridas. Las buenas noticias en la mesa una tras una, tan repentinas, eran difíciles de procesar y de entender, eran una corriente cálida por la cual un cuerpo cansado se dejaba llevar esperando, deseando que aquellas aguas lo llevarán a mejores rumbos. Mejores aguas, mejores rumbos, mejores tiempos, la cabeza confundida apenas lo entendía, apenas salía de su asombro y se asomaba para ver finalmente el sol. A tantos metros del suelo, en la cima del mundo conocido, las voces discutían de nuevo. ¿Qué más querían? No era esta su hambre, no era esta la cima. De pie frente al paisaje creado por las decisiones tomadas, el ascenso parecía no tener fin, apenas estaba comenzando. La zozobra se iría, la ansiedad también, las alegrías temporales se encargarían de sofocar los pequeños incendios que hacían perder el control, la paciencia. Podría recobrarse, la tranquilidad y la calma. La misma que se tenía sentado frente a aquellos personajes, se tendría en las páginas venideras, en los días venideros. No es fácil hacer un resumen exacto, explicar sin tantos adornos y metáforas los eventos pasados. De hecho, parece más sencillo mirar desde afuera, como si se tratase de una vida ajena. Jugar a los dados con una vida ajena, a la ruleta rusa con algo que no es propio, no pesa tanto cuando el margen de error parece tan pequeño, cuando las pérdidas no sobrepasan la posibilidad de alcanzar los sueños de un solo golpe. ¿Qué sueños? Se mira el viejo cuaderno, las viejas notas, las viejas promesas grabadas sobre el claro papel. No han cambiado a través de los días, de los meses, de los años. Se han mantenido, pilares de todos los tipos sosteniendo una utopía, un mejor futuro. El soplo del viento, la tenacidad de la tormenta, el mundo exterior y todo lo que esto implica, haría falta más que eso para sacudir los fuertes cimientos, para redefinir el rumbo escrito con tinta oscura. Un día más, una explicación menos, la que se da a uno mismo, la que se lanza al viento.

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