Comenzar de nuevo, y de nuevo, y de nuevo. ¿Cuántas oportunidades se tienen
al fin y al cabo? Ya no cuento con las manos, ya no cuento con los dedos; ya no
cuento, solo sigo y procuro no tener que reiniciar el contador mental tantas
veces, evitando así un desgaste físico, un desgaste emocional del que solo se
sale después de un tiempo largo y tedioso. ¿Se sale acaso? ¿Es posible acaso
recuperarse de la tormenta? ¿Y de la inundación? ¿Y del incendio voraz que consume todo lo que
se atraviesa en su camino? Es posible, pues con cortas lluvias y la suave brisa
se van las cenizas, los restos. Se van ambas cosas con el viento y se quedan
atrás, como una estela de quien se fue y una posible idea de quien se quiere
ser, creada a partir de los pasos pasados, creada a partir de las intenciones
futuras. Fuera de eso, del desgaste, del quebrarse y dejar trozos a lo largo
del recorrido, es aburrida y exasperante también la sensación de caer y
levantarse, de caer y levantarse; de caer nuevamente y en el suelo prometer esquivar
la piedra, prometer no cometer el mismo error dos veces. No tiene ningún
sentido, decirlo y dejarlo en el aire. Vale más aplicarlo, vale más levantarse
del barrizal y desempolvar el abrigo. Vale más recuperar el paso anterior, vale
más recuperar la visión anterior que era tan clara como el cristal de la
ventana. Seguir como si nada, como si todo, mirando hacia adelante, hacia donde
se encuentra lo que se busca. No pesará después, estoy seguro, cuando desde
lejos se lean aquellas notas, cuando desde lejos se divise el sendero ya
recorrido y frente a frente la niebla, la bruma, la incertidumbre de lo que
todavía falta por recorrer, de lo que el mundo tiene para ofrecer. Ha de
intentarse todo antes de lanzarse por la borda aquello que llena, aquello que
de alguna forma hace vivir. El escribir, el leer, la música, la comida, la
posibilidad de estar tan lejos de donde se está ahora con esfuerzo y dedicación;
una lista quizá interminable pues día a día se añaden más cosas, más elementos,
más sueños. Se irán cumpliendo, uno a uno, dos a dos; serán la razón para decir
que vale la pena escribir de nuevo, serán la razón para decir una vez más que
vale la pena levantarse de nuevo. Es una nota corta, la primera de lo que
viene. No ha de quedar nada pendiente, eso lo tengo claro. Un nuevo logotipo
estaba dentro de la lista también, para dar un nuevo aire a las notas, a los
aviones que salen por aquí y se leen por allá. Ya vendrán las historias, ya
vendrá lo demás; primero lo primero, lo que originalmente se puso en la mesa.
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