jueves, 13 de abril de 2017

Revelaciones

“El nuevo departamento era mucho más amplio, mucho más lujoso. La vista, para empezar, abarcaba la ciudad entera. Los grandes ventanales de piso a techo permitían ver lo que había de norte a sur, de oriente a occidente; ningún edificio se escapaba, ninguna calle se quedaba atrás. Un inmenso candelabro de cristal colgaba del techo en la sala principal. Decenas de luces de colores que provenían de él iluminaban las losas, iluminaban los muebles, iluminaban los rostros de quienes estábamos allí presentes. El rostro de Christine también estaba radiante, como su sonrisa, pero no era por la luz del candelabro, era un brillo diferente. Se puso de pie, abandonó el sofá de cuero en el que se encontraba sentada y dando largas zancadas llegó al umbral de la puerta. Christine me rodeó con sus brazos, me apretó fuertemente y yo hice lo mismo, rodeé con mis brazos a la pequeña chica mientras Nicco cerraba la puerta, mientras Nicco caminaba en dirección al ventanal y abandonaba el umbral mirándonos con una mueca burlona en su rostro. En cuanto el abrazo terminó, Christine tomó mi mano y me condujo hasta el sofá, en donde tomamos asiento y comenzamos a hablar. Ella se adelantó a tomar la palabra, y primero tocó el tema del estudio. Me aseguró que sus notas estaban mejor de nunca, que la graduación era un hecho y que en cuanto esto sucediera saldría del país, viajaría con el dinero que estaba ahorrando en su trabajo. No tenía un destino fijo, simplemente quería perderse, desconectarse de todos los recuerdos que ya había dejado grabados en su memoria. Aproveché que ella misma había traído el tema a la mesa para preguntarle por su trabajo, por el gran trabajo del que Nicco y ella me habían hablado anteriormente. Christine se quedó callada, pasó saliva, trató de aflojar el nudo en su garganta. Aunque esperaba de nuevo una excusa, un interrogante o una respuesta negativa más que una respuesta en sí, el semblante de Christine me revelaba que algo la estaba ahogando, que en serio necesitaba dejar salir aquello que tenía en su cabeza, aquello que turbaba sus pensamientos. Algo me decía que obtendría las respuestas que buscaba. La chica misteriosa dejaba atrás su máscara, era como si esta se cayera, como si esta desapareciera al igual que la necesidad de esconderse con cada palabra que salía de sus labios rosados. Su tono de voz cambió drásticamente, pero seguía siendo audible y claro. Hablaba con sencillez, casi con descaro, como si en realidad le diera igual el calibre de lo que me decía, la relevancia que esto tenía para mí y la revelación que esto representaba. Pude entonces entender que el trabajo en la oficina del que hablaba anteriormente era solo una fachada, que su verdadero trabajo era la distribución de drogas en la zona norte de la ciudad. Era ella quien ayudaba al encargado de esa zona, era ella quien ayudaba a Dimitri Versov, la misma persona que la recibió cuando apenas había llegado a la ciudad. Cuando Dimitri desapareció casi cuatro meses atrás, ella tomó el control de la zona inmediatamente, reorganizó las cosas y siguió su camino, no tenía otra opción. Hizo una pausa, tomó aire y se quedó mirando en dirección a la ventana, en dirección a Nicco que seguía allí de pie completamente ensimismado. Por mi parte, no sabía qué decir, cómo responder a toda la información que estaba recibiendo por sorpresa, pero me alivié al notar que Christine no había acabado, que todavía quedaban muchas cosas por salir. Ahora, años después de su llegada a Chicago, años después de adaptarse a la doble vida que llevaba, me decía que había algo que la mantenía intranquila, el miedo de que todo se viniera abajo y de que su comodidad se acabara por completo. Sabía con qué estaba jugando, sabía con quienes estaba jugando, y por ello decidió tomar medidas preventivas. En cuanto conoció a Nicco y supo que se había quedado sin trabajo, vio una oportunidad no solo para ayudarlo a él sino para ayudarse a sí misma, pues sabía que trabajando en conjunto sería más fácil manejar las cosas, como en los viejos tiempos. Fue a visitarlo pocos días después de su primer encuentro en mi departamento y le presentó aquella realidad cargada de adrenalina, de dinero fácil, de poder. Le habló de su padre, le reveló sus secretos y lamentó con él su desaparición, lamentó con él su pérdida. Le aseguraba que harían pagar a los responsables, que solo debía seguirla y todo estaría bien. El deseo de venganza, la ira, una oportunidad para dejarla salir; Nicco se quebró. Sus convicciones se desmoronaron y decidió a trabajar con Christine, tentado por la idea de tener una vida llena de lujos, una vida con la que solo soñaba. Ahora no tenía que soñar, ahora podía tener todo lo que quisiera. Christine volvió a hacer una pausa y esta vez se puso de pie, comenzó a caminar en dirección a la cocina, asegurando que necesitaba un vaso de agua. Me quedé allí sentado mientras Nicco me miraba fijamente con sus ojos negros brillando, humedecidos quizá por escuchar nuevamente el desenlace de la historia de su padre. Un evento trágico lo había vuelto vulnerable, lo había vuelto maleable, lo había sumergido en el mundo que se encontraba ahora. Si hubiera sabido quién era Dimitri antes de que este desapareciera, ¿sentiría lo mismo ahora? ¿Habría dado los mismos pasos? Christine apareció en el umbral de la cocina con tres vasos de cristal vacíos y se acercó a la mesa de cristal en la sala principal. Había sobre ella una jarra muy elegante, la tomó con su mano derecha y vertió el contenido en cada vaso, luego nos invitó a acercarnos a la mesa. Nicco se alejó de la ventana y yo por mi parte abandoné el sofá, nos acercamos a la chica que sostenía en cada mano un vaso para cada uno. Cada quien tomó entre las manos propias y Christine empezó a hablar, mientras tomaba eventualmente pequeños sorbos de agua. 

—Es un gusto compartir con personas como ustedes —dijo Christine mientras levantaba su vaso en el aire—, me pone muy contenta. 
—Al grano Moore. —Nicco comenzó a reír mientras agitaba el vaso—. Ve al grano. 
—Bueno, ahora que no que hay más máscaras, ni más mentiras, ni más misterios, me gustaría saber qué piensas de todo esto Evan. 
—Tengo mucho que pensar. 
—Espero que esto no cambie la imagen que tienes de nosotros. 
—La cambia por completo y lo saben. 
—¿Ah sí? —Christine sonrió—. ¿Y qué ves ahora? 
—No veo a las personas que vi por última vez en mi departamento… Eso es un hecho. 
—Esta soy yo Evan —Christine dirigió su mirada a Nicco—, él es Nicco; ¿qué ha cambiado? 

Me quedé en silenció, comencé a beber grandes sorbos de agua mientras el tic tac del reloj era lo único que se escuchaba, mientras todos nos encontrábamos en silencio fijamente, como preparándonos para las consecuencias que tales revelaciones habían tenido en una tarde de sábado. Nicco Versov, Christine Moore, dos personajes que se presentaban de nuevo, como si las imágenes que tenía de ellos antes fueran solo espectros del pasado."

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