“Al llegar al quinto piso, las puertas del elevador se abrieron y
ambas mujeres salieron de él rápidamente. Caminaron en dirección a la puerta
del departamento 5A, en donde Christine descargó la caja frente al umbral, exhausta.
Grace la miraba sin dejar de sonreír mientras buscaba en uno de sus bolsillos
las llaves. En cuanto las encontró, se acercó a la cerradura y abrió la puerta.
Christine se dispuso a levantar la caja, pero Grace la detuvo y se inclinó, la
levantó ella misma con sus brazos delgados, con sus manos pequeñas, con sus
dedos largos y llenos de anillos. Christine no dejaba de mirar a su nueva
vecina llena de expectativa, segura de que ella representaba la solución a uno
de sus asuntos pendientes. Feliz, ansiosa de tachar una cosa de su
aparentemente interminable lista, se sentía dichosa y aguardaba al momento
justo para actuar. La voz de Grace la sacó de sus ensoñaciones.
—No tenías que molestarte.
—Descuide. —Christine sonrió sin dejar de mirar los trazos sobre la
caja que Grace llevaba en sus manos—. El mundo da muchas vueltas después de
todo.
—Seguro que sí. ¿Se encuentra el señor Versov en casa?
—No está, pero en cuanto llegue le avisaré que preguntó por él.
—Oh, no es necesario. —Grace analizaba a Christine de arriba a abajo—.
Es él un hombre afortunado al tener una sobrina como tú.
—Qué dulce, gracias.
—Solo digo lo que veo. —Grace descargó la caja junto a la puerta y se
inclinó, rasgó la cinta que la envolvía para revisar su contenido sin dejar de
mirar a Christine—. Tengo que organizar todo esto. ¿Qué harás tú al llegar?
—Necesito organizar muchas cosas también. Me quedaré en la ciudad por
un buen tiempo después de todo.
—Pensé que estabas de visita.
—Es más una mudanza.
—Ya veo… —Grace sacaba de la caja revistas, libros, cuadernos; todo lo
dejaba a un lado—. ¿Y tus estudios? ¿Acabaste ya la escuela?
—Todavía no. Es algo que necesito resolver rápido.
—En efecto, es una prioridad. —Con un cuaderno en la mano, Grace se
quedó pensando por unos instantes y luego miró a Christine fijamente—. Ven a
buscarme el lunes a esta hora…. Y llévate esto.
—Vaya. —Christine tomó el cuaderno en sus manos y se quedó analizando la
portada. Un ave Fénix de tonos grises con sus alas extendidas surgiendo de un
libro abierto, en donde estaban las palabras “Ex cinere” grabadas con tinta aún
más oscura—. Es un hermoso dibujo. ¿Qué significa?
—Ex cinere, desde las cenizas. Es el logo de la Secundaria Harmont.
—¿Es francés?
—Latín.
—Se lo agradezco mucho.
—Descuida Christine. —Grace se levantó y estiró su mano para estrechar
la de Christine—. Supongo que tenías razón.
—¿En qué?
—En que el mundo da muchas vueltas.
Christine estrechó la mano de su nueva vecina y se despidió, dándose la
vuelta para marcharse. Caminó a través del largo pasillo mientras buscaba las
llaves en el bolsillo de su chaqueta roja. Mientras lo hacía, sus dedos se
cruzaron con el sobre que minutos antes había recibido en la recepción del
edificio, lo había olvidado por completo. El saber nuevamente de Dimitri la
llenó de emoción, de alegría. Dejó el sobre en su lugar y sacó las llaves. Estando
frente al umbral del departamento 5B abrió la puerta y entró después de largas
horas de caminata. Cerró la puerta tras de sí y corrió a su habitación, a su
cama. Se desplomó sobre ella y se quitó los zapatos, lanzándolos por el aire.
Ya cómoda, ya tranquila, tomó el sobre de su bolsillo y retiró cuidadosamente
las estampas para poder leer la carta que este contenía. Un papel amarillento
con una caligrafía impecable la sorprendió, una nota muy breve que leyó sin detenerse.
“Christine,
Lamento tener que dejarte sola cuando acabas
de llegar a un lugar desconocido, pero algo me dice que estarás bien, eres una
chica fuerte después de todo. Volveré a la ciudad pronto, sin embargo, quiero
que te adelantes a organizar algunas cosas por tu cuenta. En el armario,
escondido tras la ropa, hay un maletín con algo de dinero, lo necesario para
que renueves las provisiones de la alacena y para que consigas un teléfono
también. ¡Es mucho más sencillo enviarte un mensaje que una carta desde aquí! Aliméntate
bien, duerme y por favor, no te metas en problemas. No he olvidado lo de la
escuela, prometo que al llegar lo resolveré. Un abrazo, pequeña.
Dimitri.”
Christine devolvió aquel papel amarillento a su sobre, se puso de pie
y descalza caminó hasta el armario en su habitación, en donde comenzó a buscar
el maletín que la nota había mencionado. Lanzó todo lo que encontró a su paso
al suelo hasta que por fin sus manos dieron en el blanco, un maletín de cuero
negro que se encontraba al fondo, muy bien escondido. Levantó todo lo que había
tirado al suelo y cerró el armario, volvió a su cama y se sentó en ella con el
maletín. Trataba de abrirlo, pero parecía tener una especie de seguro. Había un
botón en uno de los costados, lo presionó y escuchó un clic proveniente del
interior. Christine abrió el maletín y lo cerró inmediatamente, sorprendida,
pues con una leve ojeada se dio cuenta de que había más de lo necesario para
sobrevivir una semana.”
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