lunes, 13 de junio de 2016

Árboles marchitos

Hasta ahora, jamás me había preguntado como los árboles que rodean esta transitada vía de la ciudad pueden resistir la enorme cantidad de emisiones generadas por los cientos de automóviles que minuto a minuto van de aquí a allá, dejando esa inconfundible mancha negruzca tras ellos. No soy un experto en botánica, pero sé que hay un tope, un límite... ¿no es así? Un punto en el que la toxicidad se adentra en cada capa, cada fibra y la corrompe, la destruye, la envenena. El verdor de sus hojas parece solo brillar cuando el sol las invita a bañarse en sus rayos dorados... pero hoy, una noche cualquiera, sus ramas caídas y sus hojas enfermas solo pueden pintar una escena desoladora, casi deprimente, del día que ya paso y la noche que nos espera.

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