Aquellos trozos de tela rasgada que vieron mi caída y me acompañaron en ella, hoy son solo un recuerdo de las vestiduras que no volvería a usar. No se trata de una superstición, es la simple incomodidad de sentir su contacto con mi piel, es la simple sensación que vuelve a mi cabeza una y otra vez. Pudo ser peor, y mi imaginación se encarga de dibujar, en efecto, un peor escenario, un terrible final del cual despierto sacudiendo mi cabeza... ha pasado más de un mes, y no puedo dejar de pensar en ello. Tal vez sea hora de enfrentar ese recuerdo, de cruzar esa calle, de sentir que lo que pasó no volverá a pasar... tal vez sea hora de dejar todo atrás.
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