sábado, 3 de diciembre de 2016

Letras y ruedas

Un largo trayecto puede parecer tan corto cuando el tráfico, cuando el cielo, cuando todo se presta para rodar sin detenerse con el viento, para rodar sin perder velocidad a través de calles que antes se recorrían a pie, que antes parecían tan frías y apagadas, pidiendo un poco de luz cuando todo era oscuridad. Ahora brillan, brillan con tonos claros sobre pequeños charcos que quedan de la tarde lluviosa de hoy, recuerdos de cuando un paseo como este era simplemente imposible. Era posible, pero nada como tener una imagen clara de la ruta, de los límites a los costados y la meta en la cima. Así, evitar caer por las orillas no sería un inconveniente, ni mantenerse centrado en la línea blanca que indica el camino a casa, a la falda de la montaña que escalé una noche, que descendí una mañana. Se puede llegar, esta noche y cualquier otra a un lugar que es sinónimo de hogar.

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