domingo, 23 de octubre de 2016

En la lista

Con el pasar de los días, he podido evidenciar el hecho de que nuestro nombre se encuentra en una infinidad de listas, desde que nacemos y hasta después de haber muerto, llevando a la inmortalidad escrita una historia única e irrepetible. Un nombre cualquiera, sea el que sea, será la firma y la huella para identificar aquella historia, distinguirla de las demás como si un filtro se llevara todas las opciones tan similares y tan distintas a la vez. Dependiendo la persona, habrá quizá más o menos listas, menos ámbitos para identificarla. Su ciudadanía, su número, su manera de pertenecer al mundo desorganizado que hemos tratado de organizar una y otra vez. En el trabajo, quizá un empleado más y un expediente en la lista de retiros con los meses, con los años; un engranaje en la máquina que mueve una compañía hasta su destino. En la academia, un estudiante o quizá ya un recuerdo de mejores años, un viejo colega o compañero de cátedra sobre letras, sobre arte, sobre ciencias y sobre tantos temas. En la calle, un peatón, un conductor, un cerebro controlando uno, dos, tres, sistemas a la vez con precisión necesaria para mantenerse a salvo. En casa, un hijo, un padre, una madre, un hermano, una pieza de una familia, un pedazo de algo más grande, de una conexión más fuerte que las anteriores no alterarían de ninguna forma. De día una sonrisa, de noche un poco de silencio para acompañar las estrellas y el vaso a su lado. Y bajo su ventana, bajo su balcón, una historia distinta desarrollándose también, añadiendo más páginas también. Una historia, dos, tres en tan poco espacio, tan alejadas a pesar de estar a solo metros, a solo centímetros al abandonar la puerta. Todos ellos números distintos, todos ellos en listas distintas. Responsabilidades tan variadas que simplemente una sonrisa en el elevador no puede explicarla ni dar una pequeña indicación, una señal dentro de la bruma. Nada más que bruma, casi todos conviven en sus esferas sin notar las que hay a su alrededor, casi todos ignoran las listas fuera de las que ya forman parte de sus vidas, aquellas en las cuales su nombre ya aparece y no podrá borrarse ni hoy, ni mañana, ni en unos años. Aquello que queda grabado en este lugar no desaparece, formará parte de la infinidad. Una lista inmortal de lo que somos, una idea de lo que seremos.

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