viernes, 14 de octubre de 2016

Pasar la página

Desde muy pequeño, sabía que tenía que esforzarme por lo que en realidad quería. Era tan simple el mirar a mi alrededor, recordar dónde estaba y a dónde quería llegar que soñar con algo mejor, ponerle un poco de ambición a los días en general, me motivaba a continuar trazando los caminos necesarios para llegar a las metas propuestas por mi cabeza como si de un reto se tratase, ignorando por completo que los años venideros y mis propias acciones se encargarían no sólo de minar aquellos caminos, sino también de alterarlos por completo. Cada paso en avanzada se volvía un riesgo, cada acción representaba un peligro; las consecuencias de un acto cualquiera se muestran tarde o temprano y qué peor si es temprano, qué peor si todas las consecuencias deciden mostrarse temprano decididas a colapsar la estructura que creemos indestructible. Caos, desorden, una ola que borra las huellas, que oculta los caminos y casi hace olvidarlos, casi hace perder su rastro por completo. Cuando la marea baja, cuando los ánimos se calman un poco y la serenidad parece tomarse el escenario nuevamente, es cuando se levanta la bandera blanca para rearmar lo que aún queda en pie y formular, decidir, la manera mas conveniente de no volver a repetir la historia. El destino no ha cambiado, y la ruta puede ser distinta. Han habido tantos giros y tantos cambios en dicha trayectoria que el norte parecía el sur, el oriente el occidente, arriba era abajo y lo malo era bueno; una confusión originalmente innecesaria y que ahora parece haber tenido un sentido, el simple propósito de enderezar la ruta. Con una meta clara, y todas las herramientas para llegar a ella, el camino venidero no promete tantos altibajos como lo haría el no saber hacia dónde se quiere llegar; las minas, los desvíos innecesarios y todo aquello que pudiera representar un obstáculo no sobrepasa la mera idea de serlo. Hay errores que no pueden repararse, pero en un caso como este, cuando se trata de decisiones de vida y la manera de llevarla, siempre se puede pasar a la siguiente página. 

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