sábado, 1 de octubre de 2016

Amanecer

La imaginación hace estragos cuando se está dormido, y la fantasía puede rebasar la realidad con facilidad para pintar un escenario completamente distinto al de una habitación, al de un cuarto vacío. Hay dibujos por todas partes y puedo reconocerlos en la distancia, en la oscuridad del lugar donde me encuentro. Dibujos de hace unos meses, de hace unas semanas, de hace unos días… Todos se agitan por una corriente de aire que mi piel no siente, que mi cuerpo no percibe. Los dibujos caen de donde están sujetos y se pierden en el suelo, como si un abismo estuviese bajo mis pies sin saberlo. Si estoy allí, ¿por qué no he caído? Una base sólida me sostiene, una pequeña atadura a la realidad, una pequeña atadura a la idea de estar lejos del abismo pero con los pies en él, deseando con todas mis fuerzas alejarme. Para cuando desperté y abrí los ojos, los dibujos seguían en su lugar, la oscuridad de la que tanto hablaba había sido remplazada por las primeras luces del día, por los rayos del sol que fácilmente entran por mi ventana. Ningún dibujo ha caído, y decido limpiarlos rápidamente. Es entretenido remover el polvo acumulado por el tiempo mientras cada trazo me trae un recuerdo, mientras cada pequeña línea en esas piezas de papel me trae a la cabeza épocas agradables, momentos felices que hoy me acompañan como pasado, como presente y como lo que quiero para un futuro. El abismo bajo mis pies ya no está, el colorido suelo de mi habitación refleja los rayos del sol en cuanto abro las cortinas y cada figura es ahora más clara, más viva. En realidad, es irónico tratar de arreglar las cosas cuando en mis sueños todo parece deshacerse, pero una mentalidad pesimista puede ser fácilmente erradicada con la ausencia de su causa, Con una decisión se empieza, con una nota se termina.

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