La imaginación hace estragos
cuando se está dormido, y la fantasía puede rebasar la realidad con facilidad para
pintar un escenario completamente distinto al de una habitación, al de un
cuarto vacío. Hay dibujos por todas partes y puedo reconocerlos en la
distancia, en la oscuridad del lugar donde me encuentro. Dibujos de hace unos
meses, de hace unas semanas, de hace unos días… Todos se agitan por una
corriente de aire que mi piel no siente, que mi cuerpo no percibe. Los dibujos
caen de donde están sujetos y se pierden en el suelo, como si un abismo
estuviese bajo mis pies sin saberlo. Si estoy allí, ¿por qué no he caído? Una
base sólida me sostiene, una pequeña atadura a la realidad, una pequeña atadura
a la idea de estar lejos del abismo pero con los pies en él, deseando con todas
mis fuerzas alejarme. Para cuando desperté y abrí los ojos, los dibujos seguían
en su lugar, la oscuridad de la que tanto hablaba había sido remplazada por las
primeras luces del día, por los rayos del sol que fácilmente entran por mi
ventana. Ningún dibujo ha caído, y decido limpiarlos rápidamente. Es
entretenido remover el polvo acumulado por el tiempo mientras cada trazo me
trae un recuerdo, mientras cada pequeña línea en esas piezas de papel me trae a
la cabeza épocas agradables, momentos felices que hoy me acompañan como pasado,
como presente y como lo que quiero para un futuro. El abismo bajo mis pies ya
no está, el colorido suelo de mi habitación refleja los rayos del sol en cuanto
abro las cortinas y cada figura es ahora más clara, más viva. En realidad, es
irónico tratar de arreglar las cosas cuando en mis sueños todo parece
deshacerse, pero una mentalidad pesimista puede ser fácilmente erradicada con
la ausencia de su causa, Con una
decisión se empieza, con una nota se termina.
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