domingo, 16 de octubre de 2016

Entre ciclismo y fotografía

Escapar de la toxicidad del humo exhalado por los vehículos de esta ciudad tiene sus ventajas, salir a rodar a las afueras en una especie de encuentro con el propio interior. Sin normas, sin semáforos o señales de tránsito que detengan mi avance, sin las reglas que aquí seguiría, sin límite de ninguna clase. La actividad física, los paisajes y un momento de silencio alejado de la realidad inmediata, todas esas cosas son necesarias de vez en cuando, es necesario desconectarse y reiniciar el contador, forjar un nueva realidad a partir de simples acciones como tomar una ruta distinta o detenerse en el camino a tomar una fotografía. Una, dos, tres fotografías de los árboles, las montañas, las hojas y las nubes; de lo que no puedo ver en la ciudad, de lo que desearía ver cada mañana; las horas pasan con el tic tac del reloj y el click del obturador, los minutos pasan con la suave brisa del exterior que me impulsa, que me refresca. Y pensar que pude quedarme en casa y perderme de todo esto, de una experiencia en la que todo es nuevo, hasta las montañas que se elevan a mi lado. La espontaneidad, la rapidez con la que un plan puede crearse y aplicarse es algo que me agrada, que me recuerda aquello de no desaprovechar cualquier clase de oportunidad que implique algo distinto a lo común, una alternativa, una idea alejada de la rutina. Llegará el día en el que recuerde una mañana como esta, en la que hable de la mañana de domingo en la que olvidé dónde estaba el freno, donde había que detenerse, hasta donde tenía que llegar y todo lo que debía hacer; un día en el que hable de como la rutina se partió en dos para dar paso a una historia distinta en la que la fotografía y observar las nubes blancas sobre mi cabeza lo eran todo por unas horas, en la que el aroma de las flores al costado del camino me invitaban a quedarme allí, lejos de todos y todo. No me quedaría, pero podría pedalear más lento. Hacer del camino de vuelta a casa una aventura más larga como excusa para disfrutar más tiempo, esas son las decisiones que quiero tomar, ese es el ritmo que quiero llevar. La semana acaba con el comienzo de una nueva historia, el final es un concepto relativo: he acabado de comenzar a vivir.

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