domingo, 6 de noviembre de 2016

Antes del ahora

Se vale soñar, se vale pedir deseos a las 11 para cerrar los ojos a las 12 y desconectarse de todos, de todo. Un deseo por cada estrella en el cielo que puedo ver desde mi ventana, el recuerdo de una metáfora tan vieja que parece de otra vida, de una era distinta a la presente. Es curioso como la existencia misma puede partirse en dos, en un antes de y después de, dejando en evidencia un suceso que altera el orden de las cosas. La necesidad de caminar distinto para llegar a un lugar diferente, sin ver el reloj pues sus manecillas giran al revés mientras todo se desmorona y nuevas estructuras mentales se construyen a su vez; un evento peculiar que puede darle un nuevo significado a algo ya nombrado. Antes del ahora, estaba ese recuerdo, estaba esa metáfora sobre los deseos y la bóveda de estrellas que tanto mencionaba con anterioridad en mi discurso, en mi prosa, en general para ser exacto. Después del ahora, apenas aparecen en una oración, en una nota mental. Las líneas que conectan con el pasado se distorsionan, se alteran y entran sólo de vez en cuando. Así, con una mente bloqueada en un camino desconocido, es peligroso andar con los ojos cerrados. Me encuentro despierto todavía, sumido en el presente con ligeras imágenes de un ayer, de un antier, de un hace unos días o una semanas. Meses, años, de las mismas acciones resumidas en una única cuenta de cobro; una deuda saldada y el boleto de la libertad, de comenzar de nuevo. Estoy en el tiempo correcto, soñando despierto con un deseo a las 11, el de poder recordar lo suficiente como para no volar sin una atadura a la historia pasada, para no cometer los mismos errores.

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