lunes, 7 de noviembre de 2016

Sobre las nubes

Prefiero las palabras, los trazos en el papel que en conjunto transmiten un mensaje directo, una idea clara. Llenar mi pared de ellas como en un viejo dibujo es un sueño posible, un sueño que con el tiempo toma forma, que día a día pinta mi habitación un poco más de blanco, un poco más de negro por la tinta sobre el papel, por el mensaje que no irá a ninguna parte, que se quedará allí para recibir conmigo cada mañana, para cerrar conmigo cada noche. Notas personales, notas que escribo mientras camino bajo las nubes con finas gotas de lluvia empapando mi rostro, enfriando el aire a mi alrededor e impregnando con un aroma particular el lugar donde me encuentro. Pasos, pasos para llegar a un lugar seco mientras el sonido de la lluvia parece aumentar, así como el volumen de las gotas que como pequeños proyectiles mojan el asfalto, mojan los semáforos, mojan las señales y las luces y los autos. Cuando por fin me pongo a cubierto del agua sale el sol, de inmediato, como si la lluvia se hubiera agotado de un momento a otro. El asfalto sigue mojado, algunas gotas caen de las copas de los árboles, presas de la gravedad. Lejos, sobre las montañas, un arcoíris apenas perceptible toma forma, la luz atravesando diminutas gotas y brindaba a una mañana de lunes un espectáculo tan perfecto como un buen atardecer o los primeros rayos del día. Sin mirar la hora, sin recordar nada que no sea el camino a casa, así sigo el arcoíris para llegar a las nubes nuevamente, a la última frontera que cualquiera pudiese ponerse por prevención, por miedo, por astucia, por alguna excusa que implicara un alto al juego de subir y subir tentando a la suerte, tentando a los dedos que pueden resbalar y dejar caer no solo un sueño, sino una vida. Hay que llegar a lo más alto para poder dormir sobre las nubes, hay que llegar a lo más alto para no sentir la lluvia, para no sentir el tiempo correr. El tiempo avanza distinto mientras dormimos, puede ser o bien una eternidad o bien cuestión de segundos que lamentamos al abrir los ojos. En las nubes, desconectado, el tiempo no avanza, el tiempo no se mueve y solamente el murmullo de la lluvia bajo nuestros pies hace saber que seguimos allí, que no somos una imagen congelada como todo a nuestro alrededor, como la realidad en ese lugar. Sueños, historias creadas por nuestra imaginación que contamos como pequeñas anécdotas o bien grandes historias. No tengo pequeñas anécdotas para los sueños, y muy pocos de ellos podrían volverse realmente grandes historias. Es mejor soñar con los ojos abiertos, es mejor dormir sobre las nubes. Tinta para recordar una mañana, papel para grabar un mensaje a través de los días.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario