miércoles, 1 de febrero de 2017

Está pasando

Ha sido difícil adaptarse nuevamente a ese escenario en el que nada se detiene, en el que todo avanza con rapidez y ha de seguirse la corriente sin dudarlo, sin tener al menos un momento para tomar un respiro. La motivación no desaparece, pero los párpados pesados y el simple hecho de mantenerse alejado de todo en general proyecta un panorama poco alentador. Ha de darse la vuelta, de mirar para otro lado, mirar aquellas fotografías en la pared que traen recuerdos de buenos tiempos, que traen motivos para no rendirse cuando el camino apenas comienza, cuando con unos días o algunas semanas más todo estará mejor. Ahora parece difícil, el no dormir y entre sueños pesados dejar representaciones de lo que se ve con notas nebulosas; ahora parece difícil el ver el amanecer ya bajo el cielo, ya fuera de casa. La seguridad de saber que será más sencillo es suficiente, es todo el combustible que se necesita para alimentar el motor, para recargar el tintero y dejar notas cortas como esta, solo diciendo que aún estoy aquí, viviendo de nuevo lo que hace un par de años parecía pan comido. Es curioso, que años después parezca difícil cuando antes no era así,  pero tiene sentido si se considera que el crecer radica precisamente en reconocer realmente quién se es, para dónde se va y dejar a un lado la soberbia, el orgullo, la imagen de que se está sobre el mundo cuando se ha caído tantas veces; entender que se es pequeño y que se puede fallar también. Palabras que trae el tiempo, que trae la corta experiencia aún en proceso de formarse y dejar algo más que un testimonio vacío del enderezar un camino torcido. En realidad, quiero hacer más que eso, en realidad es más complicado que pavimentar un sendero agujereado y pretender que ya ha pasado; no ha pasado, está pasando, y no acabará hasta que la tinta se acabe por completo, hasta que las notas dejen de salir por la ventana.

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