miércoles, 24 de agosto de 2016

Tarde de miércoles

Siendo una persona que vive con los pies en la tierra, encuentro cierto deleite en subir las montañas de esta, nuestra ciudad, desde donde todo parece más claro, más real, la civilización en la distancia parece más cercana, o al menos me siento más cerca de ella estando lejos, fuera de su alcance, de sus tóxicos tentáculos cargados de humo. Ahora, estando en casa nuevamente, no ha desaparecido a sensación del aire limpio, de la altura y de mis manos sobre la superficie rasposa que me separaba del vacío, del agua bajo mis pies. No se ha disipado la sensación de estar en la cima del espacio conocido, limitado momentáneamente, como me gusta ver la burbuja que en cualquier momento podría reventar. Quiero volver allí nuevamente, calmar la ansiedad que se toma mis horas. Podría quedarme dormido, podría simplemente olvidar y reiniciar mi memoria, suprimir recuerdos y olvidar paisajes, pero es muy difícil omitir aquellas sensaciones, es demasiado complicado ocultar lo evidente, no mirar al cielo por un minuto.

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