miércoles, 31 de agosto de 2016

Papel ardiendo

Es tarde para una nota, pero originalmente enviaba esto a las 11, a las 12 de la noche, cuando todos dormían y mi cabeza estaba despierta. Cuando se disfruta, no lo llamaría insomnio, sino un momento con la oscuridad de la noche y la tenue luz de las velas, esas que me rodean en este momento para variar, para cambiar de ambiente y de aire. El aroma de la cera caliente, las sombras en la pared, el baile de las llamas sobre la fibra que arde, arde con fuerza oponiéndose a la oscuridad que se toma la habitación... Y no es solo la noche, es la oscuridad de todos los pensamientos negativos que junto con la vela arden, se calcinan y desaparecen dejando solo un rastro de ceniza que alguna vez fue una hoja de papel con todo lo que pudo ser y no fue. Una nota sin lectores, un papel sin significado que arde en cuestión de segundos llevándose al olvido palabras, mensajes, voces misteriosas de personajes ahora ocultos en las tinieblas que irónicamente vinieron con la luz de una vela.

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