domingo, 10 de julio de 2016

Colores

Otro largo domingo lejos de casa. Otra mañana en un abarrotado autobús lleno de personas clavadas en sus teléfonos o rendidas ante el sopor generado por los rayos de sol entrando por la ventana. Por primera vez en mucho tiempo, me quedé despierto todo el camino, viendo como el verdor era lentamente consumido por los tonos grises de los edificios, el negro del asfalto y el azul de una mañana prometedora, cálida, limpia. Incluso este azul era opacado; estatuas erigidas al progreso que esporadicamente ocultaban el brillo de la mañana, que ocultaban tras de sí la impecabilidad de pequeñas nubes blancas dispersadas sobre mi cabeza. Dentro del autobús, los colores eran relativamente uniformes. Caras pálidas, rostros cansados, manos nerviosas e impacientes, deseosas de llegar a su destino... y el reflejo de mis ojos en el cristal de la ventana. Usualmente me duermo todo el camino, me uno a las filas de aquellos que cabecean y luchan contra la gravedad para no caerse de la silla... pero hoy, hoy quería ver los colores, hoy quería ver como de norte a sur la ciudad cambia por completo, como las tonalidades se mezclan como los transeúntes que van por la calle, esquivándose, danzando en la acera,  perdidos en un mundo gris que tal vez ellos, al igual que yo, ven con otros tonos menos lúgubres. Hoy pinté mi mañana de varios colores... y vaya que no he quedado decepcionado.

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