lunes, 18 de julio de 2016

Mañanas

Desde hace algunos días me levanto temprano y subo a la terraza, antes de que el sol ilumine mi paisaje. El espectáculo es bastante interesante; el ver como las luces del alumbrado público comienzan a atenuarse mientras la brisa hace danzar a los árboles, bombardeando sus hojas con rocío tan frío que casi puede sentirse en el aire al contacto con mi piel. La oscuridad de cada figura es reemplazada por los colores, a cada minuto más claros conforme el sol se toma el cielo por completo, recordándome que debo bajar ya y salir, a cualquier lugar, a unirme al paisaje que tanto he descrito y ser algo más que un espectador. Y así comienza otra mañana.

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