viernes, 15 de julio de 2016

Nadar

Superar un miedo tan antiguo como las mismas costumbres requiere de valor, de confianza, y sobre todo del simple deseo de alcanzar lo inalcanzable. Veo mi meta a algunos metros de distancia, flotando sobre el agua iluminada por los rayos de sol que eventualmente entran por algunas claraboyas sobre mi cabeza. Quizá un impulso sobrehumano me llevará a ella, pues no podría encontrar mejor motivación que llegar al otro lado y recibir mi recompensa... que mas allá de un premio, es la simple satisfacción de enterrar mis recuerdos, o de ahogarlos, para ser más exacto. A mis 18 años, nunca había sentido tanta confianza como para intentar nadar... y puede que sea un logro tonto, algo tan básico como para pensar que es ilógico sentirse orgulloso de ello... pero para alguien que no lo había intentado antes, que se acobardaba con solo pensarlo, es un día lleno de dicha, un día para no olvidarlo.

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