jueves, 28 de julio de 2016

Hojas marchitas

El sol ilumina las hojas de los árboles ubicados frente a la calle, mientras estas se levantan como deseando alcanzar los rayos, como tratando de llegar más y más alto. Podrían desprenderse de las ramas, y dejarse llevar por la brisa hará llegar tan lejos como su ligereza lo permita, pero la fuerza que las sostiene permite apreciar con cierto encanto no sólo su danza, sino también el ruido que hacen al tratar de escapar. ¿Y pueden escapar? De sus ramas, de sus bases, quizá más abajo de sus raíces, una conexión tan profunda y a la vez tan frágil... pueden, sí. Prueba de ello son las hojas caídas en este lugar del mundo sin estaciones, las que yacen sobre el pavimento marchitas, muertas. Sucede lo mismo al olvidar nuestras raíces, nuestra niñez... y a mi parecer, depende de nosotros no parecerse en nada a aquellas hojas marchitas.

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