martes, 12 de julio de 2016

Ideas inconclusas

Hace algunos días, las ideas que salían de mi cabeza parecían aquellas luces de navidad que tan alegremente desenredaba a finales de noviembre, solo para estar listo. Es una extraña metáfora para expresar el desorden de palabras, de frases y reflexiones que, sin un rumbo fijo, se plasmaban en una página dos, tres, cuatro veces, siendo luego desechadas y lanzadas al cesto de basura donde nadie las leería jamás. Tomé aquel cesto nuevamente, con la esperanza de hallar un hilo entre todas las notas que sin éxito habían abandonado mi mesa, pero creo que no todas las ideas dispersas pueden tener un fin, un significado. Recordé entonces un libro que leí hace mucho, y como el protagonista recogía de la basura aquellas notas de un amargado novelista, encontrando en ellas un mundo cargado de amargura, pena y soledad. ¿Qué encontrarían en mi cesto? O en realidad... ¿A dónde exactamente estoy lanzando estas notas? ¿A donde llegan al abandonar mi ventana? Preguntas demasiado existencialistas para tratarse de simples piezas de papel, pero quizá esas palabras tienen vida, quizá hay algo más allá de palabras al azar. Evaluo tanto lo que escribo que quizá olvido la simple verdad de que la peor crítica posible es la propia, y quizá algunas de esas ideas pérdidas nunca debieron llegar a la basura. Una nueva oportunidad, para palabras jamás dichas.

Basura, de Hector Abad, en caso de que alguien esté interesado.

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